Moseñor Romero es un Santo excepcional. Es el mártir con el mismo temple de los primeros mártires cristianos, incluso, el más parecido a Jesús de Nazareth. A Romero lo mató la oligarquía, pero este pueblo salvadoreño a quien defendió, lo hizo santo el mismo día de su muerte. Su pensamiento y la manera de vivir el Evangelio no tuvo eco en una iglesia y un estado dominado por la derecha más recalcitrante de este país que lo consideró, la piedra en el zapato y la sal en la herida, ya que su voz como dardo tocó la médula donde anidan todos los males que han matado a este pueblo desde siempre. La historia nos ha mostrado que el mal no tiene la última palabra. El pueblo, sabio como siempre, vio, siempre, una ventana por donde entraría el sol de la verdad y la justicia. 38 años después de este excecrable crimen, Dios hace justicia a un hombre justo y bueno. La gente que siempre amó a Monseñor, recibe hoy, con los brazos abiertos, con lágrimas y sollosos, de manera oficial, su santidad. Mejor regalo no puede esperarse para una nación que sigue sufriendo. La canonización de Monseñor es la reinvindicación de todo un pueblo, pobre y sufrido, que amó a su pastor porque fue su voz y su dignidad. Dignidad mancillada por los anticristos que aún andan sueltos por allí y se rasgan las vestiduras. La canonización de este hombre bueno nos plantea un reto grande ¿Qué vamos a hacer con semejante santo? Los que lo odian seguirán injuriándolo. Los que siempre lo hemos querido, seguiremos hablando de él. No obstante, más que hablar de él tenemos que hablar como él. Si así lo hacemos, seguramente, no nos irá bien. Pero este es el riesgo. Los detractores siempre intentarán callarnos, solo que ahora tendremos al mismo Monseñor con nosotros, animando nuestra lucha por conquistar el Reino que tanto soñó. Detrás de San Romero de América van: Rutilio Grande, Octavio Ortiz, Rafael Palacios, Ernesto Barrera, Alirio Napoleón Macías, Ignacio Ellacuría y compañeros, Alfonso Acevedo, Idalia López, Silvia Arriola y una lista inmensa de laícos comprometidos que ofrecieron su vida por ser consecuentes con el Evangelio de Jesús de Nazareth. El Salvador entrega hoy, 14 de octubre de 2018, a un Santo fuera de serie. ¡Viva San Romero de América!
ROMERO DE LA PASCUA
Tu voz resuena intensa, inmensa como el mar.
Tu temple de profeta no es posible ocultar,
Fallaron como siempre los amos del poder.
Los mismos que se oponen al pueblo en su quehacer.
Sembraste la semilla que crece en comunión,
Junto a los que soñaron y pensaron como Dios
Su vida se desgrana y surge para dar,
Impulso al que le falta, la fuerza para andar.
Honramos su memoria que brilla como el sol
Y aumenta la esperanza del pueblo que te amó.
Romero sigue siendo la voz de los sin voz,
La pascua de los pobres, el guía y el pastor.
Bonifacio Cantarero