Vete a la primera ¡Siempre a la primera!

-A la primera que te diga que no te arregles, a la primera que te menosprecie en público o en privado.

  • La primera vez que te demuestre que tú tienes más obligaciones y menos derechos que él.
  • La primera vez que te preguntes por qué siempre tienes que insistir para hacer algo juntos.
  • Vete en la primera vez que en medio de una discusión le pegue a la pared o a un mueble.
  • La primera vez te vea divirtiéndote y te corte la diversión.
  • La primera vez que te vea brillando y no lo soporte.
  • La primera vez que lo veas admirando a una mujer vestida con esa misma ropa que él no te deja usar.
  • La primera vez que te diga «‘Yo soy así, y si quieres”.
  • La primera vez que te diga «¿Tan arreglada vas a ir?».
  • Vete cuando te dañe el autoestima
  • Cuando te mate los sueños.
  • Cuando se ría de tus ideas.
  • Cuando no le importe si lo esperas.
  • Cuando se burle y minimice tus planes.
  • Cuando te mienta.
  • Cuando te controle.
  • Cuando le cueste acompañarte.
  • Cuando te insulte.
  • Cuando te humille.
  • Cuando minimice lo que te duele.
  • Cuando te rompa.
  • Cuando te culpe.

Por favor… no aguantes, VETE a la primera, siempre a la primera.

Tomado de la red

Coyuntura política

En los gobiernos de Arena me preguntaba cómo era posible que a pesar del descontento social, señalamientos de corrupción y abandono de la clase pobre, siempre ganara las elecciones. Y era porque muchísima gente simpatizaba con este partido y volvían a votar, una y otra vez. Transcurrieron 20 años, 4 quinquenios y contra todo pronóstico el pueblo sufrido tuvo que aguantar. Su tiempo, por fin, llegó, perdió el apoyo popular y como resultado vinieron los gobiernos del FMLN.

Las expectativas, como era de esperarse, crecieron, anhelábamos cambios radicales, otra era política se abría paso. No fue así, tomaron el violín con la mano izquierda y lo ejecutaron con la mano derecha. Se olvidaron de su gente, del pueblo sufrido, no cortaron de raíz los males endémicos que provocaron la guerra civil de 12 años. Gobernaron para unos pocos, los únicos beneficiados fueron las élites del partido. Y lo peor, no aceptaron la crítica externa ni interna, a los autocríticos los marginaron o los expulsaron, nadie debía cuestionar su forma de gobernar. Por su puesto, hubo cosas buenas, como las hubo en los gobiernos del PCN, PDC y ARENA.

Dos períodos fueron suficientes para que el pueblo se decepcionara y les diera la espalda. Entra en escena Nayib Bukele y la población se inclinaría por él y su propuesta hasta llevarlo al poder. Capitalizó el descontento popular y ganó apabulladamete la elección. A pesar de la antisimpatía de una buena parte de la población, hay otra que mayoritariamente lo apoyan y, según se ve el panorama, la reelección es un hecho. No hay un contrincante fuerte con posibilidad de remontarlo.

A los simpatizantes del oficialismo no les importa que la oposición lo califique de dictador o que diga que la reelección es inconstitucional.

Por allí se escuchan voces de algunos superhéroes, según ellos al lado del pueblo elevando el grito al cielo defendiendo la Constitución de la República (Ronal Umaña, Fortín Magaña y Rubén Zamora). Esos mismos que critican al gobierno y sus ansias de poder harían lo mismo en tales circunstancias. Por su puesto, no defienden al pueblo, defienden intereses particulares y lo hacen porque también aspiran el mismo poder.

La dinámica política partidaria es así, ya veremos cuánto dura este gobierno. Lo único bueno del sistema democrático (el peor sistema político pero el que mejor funciona en nuestro país) es ofrecer al pueblo la posibilidad de elegir a sus gobiernos, al menos en lo que a elección se refiere, lo demás es harina de otro costal.

La política partidaria es emocional. En política no hay nada escrito. Las decisiones en materia política se apartan de toda lógica humana. La especulación de los tanques de pensamiento carece de fundamento, al final, los procesos políticos siguen su propio curso.

El ciclo se repite, la gente se harta de los políticos, pero siempre viene otro con nuevas ideas que convence y la gente cree y seguirá creyendo de tal manera que las campañas políticas no son más que la tensión entre los que quieren volver al poder y los que no quieren soltarlo y en ese vaivén se vale de todo. Caen bajo los políticos cuando se desesperan, quieren convencer al pueblo denigrando al oponente, insultándolo y descalificándolo. Ofrecen cosas que ni ellos mismo creen lograrlo. Que Dios nos libre de la demagogia y de la politiquería barata a la que nos tienen acostumbrados. Meterse a la política partidaria es estar dispuesto a perder la dignidad. Para muestra, eche un vistazo a los exfuncionarios señalados como lo peor.

Puede estar de acuerdo o no con mi opinión, tenga en cuenta que escribo porque a mí me sirve de terapia. Pero sería lindo conocer su apreciación sobre el tema.